De nuevo con mi diario

Querido Diario:

Me alegro de estar otra vez aquí contigo, hoy me siento un poco cansada, el día ha sido un poco movido en el trabajo, pero no quería irme a dormir sin escribirte algo, ahora que tú y yo estamos cogiendo confianza.
Sé, que estás impaciente por saber que pasó ese sábado que te comentaba, enseguida te lo digo.
... Por fin llegó la hora y allí estaba en el lugar que habíamos quedado, empecé a mirar de un lado a otro para ver si él había llegado, y por un momento pensé que lo mismo no había querido ir o que se le había hecho tarde, los nervios ya eran imposibles de controlar, pero estaba segura que los iba a dominar, de repente entre la gente que caminaba de arriba a bajo, le vi a él, ¡oh Dios Mio! que sensación, que ilusa era al pensar que dominaría mis nervios, según avanzaba hacía mí, -pensaba- ¿que le digo?, ¿que hago?, y sin darme cuenta y con la mente totalmente en blanco, le tenía ante mí, y sin haberlo preparado nos dimos dos besos.
... Empezamos a caminar, y en silencio, como si quisiéramos averiguar lo que pensaba el uno del otro, poco a poco empezaron a surgir las palabras, me dí cuenta que él estaba tan nervioso como yo y decidí que tanto como habíamos hablado no podíamos dejar que la situación nos dominara, por eso decidimos ir a tomar un café, creo que los dos estábamos deseando de sentarnos, porque las piernas no nos respondían, qué situación, nunca me imaginé que fuera tan impactante, pero...
... Entramos en un café maravilloso, decorado de una forma muy especial, tiene dos plantas, subimos a la segunda, las mesas eran muy coquetas, redondas con patas de hierro forjadas y base de mármol, con unos cuadros que decoran la pared de fotografías antiguas, y parecía que estábamos dentro de una gran fábrica de café, y allí estábamos mirándonos a los ojos, que por cierto tengo que decir que los tiene preciosos, tímidamente me cogió de la mano y noté como temblaba, aunque él también notó que me solidarizaba con su temblor, teníamos los cafés delante de nosotros y por fin empezamos a hablar.
... ¡Qué distinto es hablar en persona que delante de una fría pantalla de ordenador!, por un momento cuando le estaba escuchando de su estado emocional, me dio un vuelco el corazón, querido diario, casi le pierdo, porque parecía que nuestro encuentro no había comenzado con buen pie, pero al verle aflorar sus lágrimas en los ojos, no dudé ni un momento y le abracé, sé que lo necesitaba y yo también, y ese abrazo ¡ay! ese abrazo fue el comienzo de una gran historia de amor, lo que parecía que iba a terminar en esa cafetería tan romántica, nada más lejos de la realidad, cuando nos separamos de ese abrazo, le vi sus ojos brillar, un semblante tranquilo y su mirada era diferente, creo que a partir de ese momento me enamoré de él, y él también de mí, porque no hacía falta decir nada, el silencio que nos imbadía fue la confirmación de que los dos sentíamos algo muy fuerte.
... Al salir de allí, nos cogimos de la mano, y te quiero decir un secreto cuando dos manos encajan perfectamente, es porque están predestinados a seguir juntos, ¿estás celoso?, ya me parecía que estabas hoy muy callado, tranquilo, porque tú encajas perfectamente con mis palabras, pero debo seguir...
... Caminamos muchísimo tiempo, hablando y hablando, y decimos que no podíamos despedirnos tan pronto y le propuse ir a cenar a un restaurante italiano que yo conocía, porque así lo habíamos planeado en nuestra conversación al organizar nuestra cita, y así lo hicimos... pero esto te lo contaré mañana, verás que emocionante, ahora descansa.
Un beso para mis amigos, para mi NAUFRAGO y también para ti. Os quiero, María.








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