Como Lágrimas del cielo

Como Lágrimas Del Cielo


Capítulo 2: EL ENCUENTRO


La lluvia inundaba las calles aquella noche y las disfrazaba con un siniestro velo de húmeda intranquilidad, el doctor caminaba con paso decidido, no convenía aparentar prisa en aquel barrio, pero tampoco era adecuado pararse a contemplar algunos "detalles", eso él también lo sabía. Llevaba cerca de tres años viviendo en aquel suburbio y lo cierto es que en ese tiempo había podido ver casi de todo, cosas que para la mayoría de los ciudadanos "decentes" de aquella metrópoli hubieran resultado incluso obscenas, pero él ya se había acostumbrado, opinaba que para bien o para mal aquel era su verdadero mundo, el mundo real y no ese otro "planeta imaginario" de casas de tres plantas, piscinas y coches de lujo, en el que sus colegas del hospital habían empeñado su existencia y su alma. Era el mundo real el que sufría y moría cada día, no ese otro de cartón piedra que ellos habitaban. El doctor realmente amaba aquel barrio, sus gentes, su olor, hasta le había llegado a gustar el rumor del tráfico que se colaba por su ventana y le despertaba en cada amanecer. Caminaba abstraído en esos pensamientos cuando de pronto pudo escucharlo… Era un ruido apagado, casi mudo, sintió como un escalofrío recorría todo su cuerpo y una extraña sensación se apoderaba de él. Estaba ya muy cerca de su edificio, sabía incluso que si aceleraba el paso podría llegar en unos pocos segundos. Pero aquel ruido le cautivaba de alguna forma, le paralizaba, era un sonido extraño pero al mismo tiempo "excesivamente" familiar. Continuó caminando lentamente y pudo darse cuenta de que aquel sonido provenía en realidad del callejón que existía al lado mismo de su edificio, el mismo lugar donde hacía ahora dos años el doctor había aprendido que no era bueno pararse a contemplar los "detalles" en aquel distrito…
En aquel momento, cuando una vez más el miedo estaba invadiendo cada uno de los poros de su piel, el sudor comenzó a brotar por su frente como hacía dos años y su pulso se aceleró como cuando tuvo que suplicar que le perdonaran su vida por no llevar más dinero. En ese mismo instante una frase penetró en su cerebro alejando de su mente todas aquellas Incertidumbres, permitiéndole encontrar una vez más el valor que necesitaba para penetrar en aquel callejón.
-¡No soy ningún atracador, ayúdame por favor!
(días más tarde comprendería que aquella frase nunca llegó a escucharse realmente entre las paredes de aquel callejón)
Como impulsado por aquellas palabras de aliento, se introdujo en la acechante oscuridad de aquellos muros sin ni siquiera pensarlo, fue entonces cuando lo vio por primera vez. Mostraba realmente un aspecto preocupante, la sangre manaba abundantemente de su cuerpo por al menos tres profundos cortes y su rostro estaba desfigurado por miles de cristales incrustados en la piel, estaba desnudo, apenas si parecía ya un ser humano, entre sus manos conservaba un extraño libro pero el doctor no le dio importancia a ese detalle. Aquella persona había sido despojada de toda su dignidad humana y si él no se daba prisa, podría perder aún mucho más. Se despojó de su gabardina y lo cogió en brazos, sabía que no llegaría hasta el hospital en aquel estado así que decidió llevarle a su casa, allí podría frenar la hemorragia y después, si todavía continuaba con vida, podría llamar a una ambulancia. Pensó que jamás podría subir las escaleras de su edificio con alguien en brazos de aquellas características, calculaba que pesaría cerca de los setenta kilos y se acercaba al metro ochenta de altura, con todo, no sólo pudo subir sino que lo hizo más rápido de lo que lo había hecho nunca, era como si una fuerza sobrehumana se hubiese apoderado de él en aquellos momentos. Al entrar en su hogar sucedió algo asombroso, algo que tampoco nunca podría olvidar y lo que era aun peor, algo que nunca podría llegar a entender. Por un segundo la imagen del hombre que llevaba entre sus brazos desapareció, todo quedó inmerso en una infinita luminosidad y cuando pudo recuperar la visión ya no sostenía entre sus brazos a una persona moribunda, sino solamente a un hombre dormido dibujando una sonrisa en sus labios…

No hay comentarios: