EL NÁUFRAGO
Navegaba un rico ateniense en una nave junto con otros pasajeros. De pronto, a causa de una súbita y violenta tempestad, empezó rápidamente a hacer agua el navío.
Y mientras los demás pasajeros, con su esfuerzo, trataban de salvarse a nado, el rico ateniense, invocando a cada instante a la diosa Atenea, le prometía efusivamente toda clase de ofrendas si por su medio lograba salvarse.
Uno de los náufragos que lo oía a su lado le dijo:
-Pide a Atenea, pero también a tus brazos.
Cuando pidas ayuda en tus problemas, primero demuestra que ya estás trabajando para solucionarlos.
Un beso para todos, os quiero
María.
2 comentarios:
Bonita Maria, es una lástima que no se sepa su autor-a.
Un beso.
Hola Mari C, muchas gracias por tu comentario y por tu visita. Un abrazo muy fuerte amiga y bienvenida. Respecto a las fábulas de Esopo, decirte que no son anónimas, sino del propio Esopo, encontraras mucha información sobre estas fábulas en la red.
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